Estoy esperando un poema,
algo agreste, ni elaborado ni fuera de control,
algo imperturbable por las ofensas, un cuervo blanco
liberado de la oscuridad.
Las palabras que vienen naturalmente, sin apuntarle a nada,
una bala sin un blanco,
tiros de advertencia al cielo
en tierras recién ocupadas.
Un poema que brote de mi pecho
Y hasta que llegue
escucharé a mis hijos peleando en el cuarto de al lado
y arrojaré mi mirada a lo largo de la mesa
a un vaso de leche vacío
con un trazo de blanco alrededor del borde
mi cuello envuelto en plata
una servilleta en un aro servilletero
esperando que arriben los tardíos invitados...
Luljeta Lleshanaku
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