cuando el día empata el curso de la noche.
Una lágrima condensa
al bosque en la carretera,
surco multiforme hacia
la urbe sin árbol.
Pienso entonces en
el fatal desperdicio de un cuerpo inexistente y sin amparo,
luz que perdió la
sombra en la selva o en el mar
buscando la infancia eterna de una flor amarilla.
¿Dónde estaremos
mañana?
¿Volveremos al
nogal de Carolina,
a la ribera que surge entre brazos imprecisos?
(Hoy juegan nuestras hijas con el viento,
pero otras son
violadas y enterradas.)
Visiones van, visiones vienen.
Cierro los ojos
para despertar
porque el tiempo
es imagen de la muerte,
no el sueño donde
la ausencia revive espectros,
el tiempo,
el tiempo que roe
la piedra y lima los huesos.
Botón o estrella,
lo mismo da:
todo apagará la
aurora que espero sentado en el jardín,
fumando el porro
interminable
que la madre celeste
encendió cuando naciera
y que atiende mi voz entre velas y copales.
Me secaré como la
hierba y el papel;
pero ahora canto cerca
y lejos de la tierra
donde las lenguas
confunden y conquistan,
donde pesa la
historia como una mortaja piramidal,
destruida,
perdida, oculta.
Tadeo Stein
Nenhum comentário:
Postar um comentário